martes, 21 de diciembre de 2010

Sobre Angel Cappa, el Menottismo y la moda del Barcelona

Estuve pensando bastante en el tema de la discusión futbolistica entre "menottismo" y "bilardismo". Mas bien yo los llamaría "lirismo" y "resultadismo". Uno de los exponentes del primero es Angel Cappa, flamante DT de Gimnasia y Esgrima de La Plata. Me anime a escribir esta pequeña critica para empezar con el tema. Se centra en cuestionar aquella idea (sostenida por el entrenador) según la cual la meta es jugar como el Barcelona FC de España, para si conseguir resultados similares.

Quisiera comenzar comentando que coincido con Cappa en la muchas de las cosas que dice. Pero en una, que me parece fundamental, no coincido: me parece que  descontextualiza el futbol.
El Barca puede tocar, engañar, dar catedra de futbol porque  es uno de los clubes mas economicamente poderosos del mundo y tiene una fabrica de buenos jugadores en serie.
Obviamente que hay otros poderosos (Chelsea, Madrid, Milan) que buscan otras formas de llegar al mismo resultado (comprando talentos ya hechos). Estas formas son, por ahora, inutiles.
Lo que yo le cuestiono (a su discurso y a su accionar como DT) es que en el futbol argentino es muy poco probable jugar como el Barca. Por ausencia de proyectos duraderos, por carencias economicas y por el bendito sistema de los promedios.
Cappa mismo fue testigo: Huracan jugaba bien (dentro de la mediocridad vernacula) y le desarmaron el equipo. En River no habia Iñiesta, ni Xavi, ni mucho menos Messi, y tuvo serias dificultades para llegar a jugar decentemente. Y ahora en Gimnasia...mamita!
Por eso repito: su discurso es lindo, pero al descontextualizar socio economicamente el futbol, termina chocando contra la pared del resultado.Y este, lamantablemente, manda. Porque el fútbol se valora por juego pero se mide por resultados.

sábado, 11 de diciembre de 2010

Macri Vainilla

Por Luis Bruschtein 
“Macri hará propietarios a los vecinos de las villas”, festejaba el diario Perfil: “Más de mil títulos para julio del 2011” agregaba, iniciando así la campaña electoral del macrismo en la ciudad. Si uno imita a Freddy Mercury se puede tragar el bigote o no. Puede que sí, puede que no. Como se sabe, Macri es de los que se lo tragan. Pero si se abandona el espacio público en las zonas pobres de la ciudad, si no hay un plan permanente de construcción de viviendas populares, y si encima se hacen promesas demagógicas, lo más seguro es que se produzcan desmanes. Macri hizo todo eso que no es aconsejable hacer y provocó una batalla campal con muertos y heridos en el sur de la ciudad de Buenos Aires, una zona que no se encuentra entre las prioridades de su gestión. Entonces, en vez de los de Freddy Mercury se puso los bigotitos de Micky Vainilla, el cantante fascistoide de Capusotto y disparó un discurso fuertemente racista y xenófobo contra bolivianos, paraguayos y pobres en general.
El Parque Indoamericano es un espacio público abandonado por el Gobierno de la Ciudad. Algunos vecinos dicen que no es cierto, que habían instalado mobiliario urbano, pero que se robaron hasta las rejas. Otros vecinos dicen que el Gobierno de la Ciudad fue retirando los puestos de vigilancia que supo haber en la zona, tanto de la Federal, como de la Metropolitana. Y no puede decirse que sea un parque que no se usa porque los fines de semana está tan lleno como Palermo. Por el contrario, los mismos vecinos de la zona usan el parque como lugar de esparcimiento. Lo cierto es que el espacio es muy grande y más o menos la mitad está cuidado, pero en la otra mitad, donde empezaron los asentamientos, ni siquiera se hicieron trabajos para alisar el piso y está lleno de escombros. En verdad, lo que se tomó al principio fue el espacio público que Macri abandonó como terreno baldío.
Una ciudad que tiene villas miserias y no tiene plan de viviendas para urbanizar esas villas está acumulando la presión de un problema. La oposición afirma que el Gobierno de la Ciudad subejecutó el presupuesto para vivienda. Que sólo gastó el 18 por ciento de ese dinero. Desde el Gobierno de la Ciudad afirmaron que gastaron todo lo que les llegó desde el gobierno nacional. Aunque así fuera, los desequilibrios no se produjeron en Barrio Norte. Se trata también de prioridades de la gestión, entre las que no figuran las villas ni la vivienda. Y además, los planes de vivienda no dependen de una partida específica nacional, por lo que ese argumento suena a excusa.
En realidad Macri había descartado la idea de construir viviendas populares para transformar las villas en barrios. La propuesta que estaba diseñando el PRO era entregar los títulos de propiedad de los terrenos sobre los que se habían construido casitas en villas como Piletones, Villa 20, 1-11-14, 3, 6, 17, 19 y 21-14. Los diputados Enzo Pagani y Cristian Ritondo presentaron un proyecto en la Legislatura para reformar el Código de Planeamiento Urbano con el objetivo de que permita concretar esa idea. Algunos de los ministros porteños, sobre todo su jefe de Gabinete y probable candidato a sucederlo en la Jefatura de Gobierno, Horacio Rodríguez Larreta, lo anunciaron con bombos y platillos y lo primero que provocaron fue que una banda atacara el obrador que tienen las Madres de Plaza de Mayo en Los Piletones, con 400 casas casi terminadas, generando una guerra de pobres contra pobres. Ese grupo fue rechazado por los mismos trabajadores del obrador. Pero sobre la base de esas promesas de inicio de campaña electoral, la gente de las villas se lanzó a ocupar el predio del Parque Indoamericano. La idea es que a quien acredite ocupar un terreno para vivienda personal, Macri le otorgará el título de propiedad para que después pueda venderlo.
La primera noche de ocupación hubo dos muertos por tiros. Macri pidió la intervención de la Federal, que desalojó el predio y luego lo entregó a la Policía Metropolitana que, insólitamente, se lo devolvió a los grupos que lo habían ocupado. Esta vez entraron muchos más. Y al segundo día había una guerra entre grupos de vecinos de Soldati y Lugano y grupos de ocupantes, que ya se habían asentado.
Macri se negó a negociar con los ocupantes que él mismo había alentado, se negó a enviar a la Policía Metropolitana por temor al costo político si se producía alguna víctima y se sentó a reclamarle al gobierno nacional para que le saque las papas del fuego.
El objetivo de otorgar los títulos de propiedad es que de esa manera, sin siquiera efectuar los gastos millonarios que implicaría la construcción de nuevas viviendas, el mercado mismo se encargaría de erradicar las villas comprando los terrenos y las casitas baratas para realizar emprendimientos inmobiliarios de más envergadura. La concepción del proyecto, al que el PRO define como “el más progresista que se ha impulsado en la ciudad”, proviene más del sector de empresas inmobiliarias y constructoras que de los habitantes de las villas. Si la idea de los asesores de Macri fue convertir ese problema en un negocio que al mismo tiempo lo resolviera, y usarlo como un fuerte argumento de campaña electoral, lo que logró fue desatar una tempestad en el complejo entramado social de las villas porteñas, sobre todo en Los Piletones y en la Villa 20, que se habían mencionado como las primeras en beneficiarse de esas promesas. En los cálculos del PRO, en julio, cuando estaba previsto que comenzaran las entregas de los títulos, el país estaría sumergido en plena campaña presidencial, con un candidato macrista presuntamente ganador en el distrito porteño. Y allí estaba el candidato Macri, todavía jefe de Gobierno, repartiendo títulos de propiedad en las villas.
Era evidente que los anuncios que hicieron iban a provocar una estampida porque impactaban en dos cuestiones muy sensibles. En primer lugar la necesidad desesperante por una vivienda digna. Y en segundo lugar, los apetitos de los que hacen negocio con la pobreza, que negociaron parcelas y posibles favorecidos, lo cual lleva también a la violencia. Los anuncios a voz en cuello no previeron en ningún momento que se produciría el desastre. No hicieron nada para evitarlo. Lanzaron las promesas de la forma más general posible para pescar la ilusión de los pobres. Era una forma también de mostrar que desconocen esa realidad.
Una vez encendida la chispa, había que apagar el fuego. En vez de eso, Macri le echó nafta con un discurso muy violento contra los ocupas, lo cual lanzó a los otros vecinos de Soldati y Lugano con más fuerza contra los que estaban en el parque. Es posible que en el reclamo se mezclen necesidades legítimas con formas de punterismo e inclusive de corrupción. Los que reclaman pueden tener razón o no. Pero el discurso del jefe de Gobierno de la Ciudad en ningún caso podía ser para provocar más odio y justificar y empujar de alguna manera la reacción airada y violenta de los vecinos contrarios a la ocupación. Denunciar por los medios de comunicación a los ocupantes como invasores extranjeros, o como “el avance de los narcotraficantes y el avance de la delincuencia” fue irresponsable, estaba convocando a una masacre.
En ese clima de violencia donde Macri, en vez de ser el pacificador era el epicentro, enviar a la Policía Federal podría haber empeorado la confrontación. En todo caso, la autoridad política, o sea Macri, tenía que generar las condiciones para que esa intervención no se convirtiera en una masacre. El camino de la negociación, que es el camino de la política, era el único que podía evitar más violencia, pero fue el único que rechazó Macri, cuya opción se redujo a reclamar que el gobierno nacional interviniera para reprimir y hacerse cargo de un problema que él había creado en su distrito.
Macri dice que es la nueva política, pero en este conflicto mostró lo peor de lo viejo, con la demagogia, y lo peor de lo nuevo, por la falta de experiencia, paciencia y capacidad de negociación. En ningún momento aceptó que sus representantes negociaran con los que habían ocupado el parque. El discurso violento de Macri crispó a toda la ciudad, en los taxis y en las colas de los bancos, a varios les creció el enano fascista con un nacionalismo chabacano y ese desprecio patotero por los pobres.

Pagina 12 (11-12-2010)

miércoles, 1 de diciembre de 2010

Todo lo contrario


Colecciono pronósticos
anuncios y matices
y signos
    y sospechas
        y señales

imagino proyectos de promesas
quisiera no perderme
un solo indicio

ayer
sin ir más lejos
ese ayer que empezó siendo aciago
se convirtió en buen día
a las nueve y catorce
cuando vos
inocente
dijiste así al pasar
que no hallabas factible
la pareja
la pareja de amor
naturalmente

no vacilé un segundo
me aferré a ese dictamen

porque vos y yo somos
            la despareja.
                                                                        

                                                                             Mario benedetti


                                      

sábado, 27 de noviembre de 2010

Conflicto entre las dos Coreas

GRAN INFORME SOBRE EL CONFLICTO ENTRE LAS DOS COREAS, REALIZADO POR "VISION 7 INTERNACIONAL"

CLICK AQUI PARA VER EL INFORME




Por estos días, y en medio de la retórica preestablecida de la prensa occidental para explicar los acontecimientos internacionales, ya nadie recuerda que hace apenas diez años las dos Coreas celebraron su primera cumbre en cinco décadas, y que se hablaba abiertamente de “reconciliación.” Aquel encuentro, celebrado en Pyongyang, capital de Corea del Norte, en junio de 2000, incluyó la recepción por parte del presidente norcoreano Kim Jong-il de su contraparte del sur, Kim Dae Jung, en el aeropuerto, y una recorrida conjunta de los dos mandatarios en una misma limusina, que fue vivada en las calles por 600 mil personas.
Esta reunión calificada como “histórica”, motivó incluso que en noviembre de ese año la entonces secretaria de Estado estadounidense, Madeleine Albright, visitara el país que tiempo después George W. Bush incluiría en el exclusivo club denominado “Eje del mal”.
Desde entonces, el lugar común de los analistas occidentales es presentar a Corea del Norte como un régimen “imprevisible” y “delirante”, “caprichoso”, “agresivo” y “fuera de control”, que no dudaría en lanzarse a la autodestrucción con tal de asestar un golpe a su contraparte del Sur.
El incidente fronterizo registrado en inmediaciones de la isla de Yeonpygeong, que culminó con un violento intercambio de disparos de artillería entre fuerzas de los dos países, fue enmarcado de inmediato en este esquema y presentado como “una nueva e injustificable agresión” de Corea del Norte.
Sin embargo, cuando transcurrieron las horas, se supo que en realidad los disparos de artillería norcoreanos, que provocaron la muerte de dos marines del Sur y al menos cuatro civiles que vivían en la isla, respondieron a masivos ejercicios militares llevados a cabo por fuerzas de Corea del Sur al borde de una zona en litigio entre los dos países. Más de 70 mil soldados del ejército, la marina y la fuerza aérea surcoreana, que lanzaron disparos y misiles en dirección al Norte.
Como se sabe, este tipo de ejercicios militares masivos no tienen únicamente como objetivo entrenar a las tropas, sino enviar un mensaje, y en muchos casos, constituyen claras provocaciones que pretenden inducir reacciones específicas. Este parece haber sido el caso, como lo admitió en un artículo del 24 de noviembre el propio The New York Times. Y Estados Unidos, desde luego, estaba al tanto de la dimensión de provocación que podrían adoptar las maniobras, ya que decidió a último momento suspender su prevista participación en las mismas, previendo una altamente probable reacción norcoreana, con sobrados motivos como pudo comprobarse.
Para entender lo ocurrido que, más allá de la retórica periodística, es el inicio de un camino que puede derivar peligrosamente en un conflicto bélico regional de consecuencias difíciles de predecir hay que tener en cuenta una serie de factores que han contribuido a construir esta situación, mucho más compleja que los estereotipos rápidos con los que cierta prensa pretende despachar la situación.
En primer lugar, el actual presidente de Corea del Sur,  Lee Myung-bak, forma parte de una elite política de “halcones” de ese país, partidarios de una línea dura y militarista para lidiar con su vecino del norte, que a Washington mismo le cuesta contener.
Por otro lado, es absurdo creer que cualquier país, incluida la República Democrática Popular de Corea del Norte, está dispuesta a suicidarse y actúa sin una estrategia clara y racional que busca objetivos concretos entre los cuales no se encuentra precisamente la autodestrucción. La táctica de estirar la situación al límite, y alternar las negociaciones y concesiones con el rol de “mad dog”, o “perro loco” le ha dado muy buenos resultados a Pyongyang en las últimas décadas.
La estrategia del “mad dog”, por otra parte, es la misma que emplea por ejemplo, Israel, y consiste en responder a cualquier agresión o amenaza con fuerza desmesurada y decisiva. Esto permite no sólo ir cumpliendo objetivos puntuales con la fuerza de los hechos, sino también instalarse en una posición inmejorable a la hora de negociar.
Corea del Sur, como han señalado algunos especialistas en estrategia militar, sabe perfectamente que el Norte es especialmente sensible a este tipo de ejercicios militares en sus zonas limítrofes, y que su esquema de percepción de amenazas los registra como el preludio de un ataque, o una puesta a prueba de su voluntad de respuesta.
Otro dato importante a tener en cuenta es el reciente anuncio hecho por Pyongyang de haber alcanzado un estadio superior en el enriquecimiento de uranio mediante la construcción de una nueva planta de que le permitirá acelerar su fabricación de armas nucleares.
Barack Obama, que trata desesperadamente de lograr que sus fuerzas mantengan el control de la guerra en Afganistán y la frontera con Pakistán, sin contar con los problemas que sigue teniendo en Irak, y su decisión de profundizar el involucramiento estadounidense en operaciones encubiertas en Yemen y Sudán, lo que menos necesita en este momento, y luego de haber recibido una paliza electoral, es la perspectiva de un conflicto bélico en la península coreana.
Por lo pronto, una reciente encuesta señala que en la opinión pública estadounidense, la oposición a una acción militar unilateral de Washington para castigar a Corea del Norte es masiva: un 56 por ciento de los norteamericanos está en contra de que se abra la posibilidad de una nueva guerra de Corea.
Sin embargo, la Casa Blanca no puede desentenderse de lo ocurrido, ya que en esa frontera entre los dos países hay apostados 28 mil soldados estadounidenses que, si estallara una guerra total, estarían justo en la línea de fuego.
En este contexto, la decisión de enviar al portaaviones George Washington y su grupo de naves de ataque a la zona, como señal de apoyo a Seúl, no parece una decisión que vaya a desactivar las tensiones. Sobre todo teniendo en cuenta que detrás de Corea del Norte está China, quien ve cualquier refuerzo de la presencia estadounidense en la región como una amenaza directa a su poder.
En efecto, China es el único aliado que tiene el gobierno de Corea del Norte, de quien depende no sólo militar sino también económicamente.
La reacción de Beijing luego del incidente fue respaldar al Norte, y negar que haya sido Pyongyang quien inició el episodio. Este apoyo, si bien no es incondicional, se mantendrá con fuerza en estas circunstancias. Beijing debe sostener al régimen norcoreano porque su caída significaría un aluvión de refugiados en su territorio, pero sobre todo, porque eso dejaría a Estados Unidos y a su aliado Corea del Sur en control de una zona que quedaría directamente en contacto con las fronteras chinas, algo que los chinos no están dispuestos a permitir.
Contra lo que se cree popularmente, las dos Coreas, pese a sus malas relaciones, tienen líneas de comunicación directa y al mismo tiempo participan del grupo de conversaciones hexalateral que incluye además a Estados Unidos, China, Rusia y Japón. Habrá que ver si esta es la instancia que interviene para enfriar la situación, y evitar que el conflicto en la península coreana sea el escenario de un conflicto por delegación, en el que diriman sus diferencias la ascendente China y un Estados Unidos más necesitado que nunca de reafirmar su status como potencia hegemónica.

domingo, 21 de noviembre de 2010

30

Suele relacionarse la juventud con la rebeldía, la honestidad y los principios. Al cumplir 30, puedo aceptar perder poco a poco la juventud. Lo que no voy a aceptar, de ninguna manera, es perder la rebeldía, la honestidad y los principios.



Al fin y al cabo, somos lo que hacemos para cambiar lo que somos.
                                          E. Galeano