sábado, 30 de octubre de 2010

BATALLA









Tenia ganas de escribir algo, pero ya lo había escrito HUMBERTO CONSTANTINI.












Recojo
con presteza mis tripas,
las meto en su lugar,
coso mi panza
con mi habitual cuidado.
Me lavo las heridas,
desinfecto,
les mato las bicheras,
las pinto, las recorto, las enjuago.
Me vendo bien, me enyeso,
me entablillo,
me zurzo, me algodono,
me remiendo,
me emparcho.
Después,
ya más tranquilo,
mientras me siento
y con mi cortaplumas
me hago un lindo par de muletas,
una oreja derecha,
una pata y un brazo,
con obediencia espero
mi próxima mujer,
mixto, fácil, mansito,
encantador,
al palo.

jueves, 28 de octubre de 2010

NO DUELO NACIONAL


No estoy triste, tampoco contento. Mucho menos creo que a los muertos haya que perdonarles todos sus errores y alabarlos exageradamente. La muerte del ex presidente Néstor Kirchner no me hace olvidar que su discurso de centro izquierda escondía acciones de centro derecha.
No me olvido que fue el quien mando a una patota sindical de no docentes a apalear a estudiantes que reclamaban que un hombre de la dictadura no asumiera como rector de la UBA. No me olvido que no hizo nada para averiguar que paso con Julio López y castigar a los responsables de su desaparición. Tampoco omito que fue el quien permitió la fusión de cablevisión y multicanal. Y muchísimo menos que una parte de su aparato paraestatal de barrabravas (que seguramente estará en su velatorio) asesino  a Mariano Ferreira hace menos de una semana.
En esta sociedad donde los discursos importan más que los datos empíricos, yo no me olvido. Tampoco estoy obligado a elegir entre Drácula Clarín y el hombre lobo K. Ninguno de los dos va a solucionar los problemas reales del País: excesiva dependencia de la moneda extranjera, destrucción del aparato educativo en pos de una economía agro exportadora, subsidios millonarios a empresas que cada vez funcionan peor.
No estoy triste, tampoco contento. Mucho menos olvidadizo.

martes, 12 de octubre de 2010

domingo, 10 de octubre de 2010

EL RECREO

Que lindo que era. Me acuerdo que tanto tiempo (me parecía una eternidad) de prestar atención a la “seño”, de hacer cuentas y de colorear (odiaba colorear) tenía su recompensa cuando tocaba el timbre. El recreo era el escape, una pequeña pero poderosa muestra de que haberme levantado tan temprano no era en vano, tenia sentido. El recreo era la felicidad en diez minutos, los juegos, las alegrías, el compartir cosas, y un largo etcétera. Pero, como decía mi abuela, lo bueno dura poco, y el recreo parecía durar tan solo diez segundos cuando la encargada tocaba el timbre de nuevo.
Hoy vuelvo a sentir esa sensación: haberte conocido fue ese timbre tan deseado. Como ese recreo de aquellos, tu risa, tus frases y tu presencia me hicieron sentir vivo de nuevo. Viajar apretado en el tren para ir a laburar valía la pena esos días. Un recreo a las obligaciones cotidianas (las obligaciones son como una “seño” eterna que nos explica a los gritos cuando y como se hacen las cosas), un recreo a las cuentas (para llegar a fin de mes), y un recreo a tener que colorear esta vida que cada vez se volvía un poquilito mas gris.
Pero mi abuela tiene razón (los años no vienen solos) y este recreíto de casi un año me parece que dura diez segundos. Y lo peor es que ya me están tocando el timbre para volver a clases, y la encargada de tocar   el timbre se parece bastante a vos.