sábado, 25 de diciembre de 2010

La ilusión de la seguridad (o cómo justificar el estado policial)



Nunca ha existido -ni puede existir- la seguridad plena. Por el contrario, cuanto más nos obsesionamos con ella, más inseguros nos sentimos y lo que es peor, ponemos en segundo plano valores como la libertad y la tolerancia.
Nos encerramos, nos limitamos. Nos excluimos y excluimos a los demás. Lo nuevo, lo diferente, lo “fuera de serie” se transforma en una amenaza. Fobias y pánicos aparecen en escena para protegernos de todo lo que nos saque de la zona de seguridad.
A nuestra mente le ocurre lo mismo: dejamos de pensar, dejamos de cuestionar, dejamos de creer que el cambio es posible. Tememos a los nuevos escenarios.
La sociedad obsesionada con la seguridad involuciona a tal punto que vuelve -al decir del prestigioso jurista argentino Eugenio R- Zaffaroni- a la época del pensamiento mágico, época en que nuestros antepasados prehistóricos pintaban en las paredes de las cavernas aquello que les atemorizaba, para así atraparlo. Hoy, las paredes de las cavernas son los Boletines Oficiales.
Creemos que con el endurecimiento de las penas, con la imputabilidad penal de los niños (sí, niños) y medidas por el estilo, con procesos penales inquisitorios, en definitiva resignando Derechos Humanos elementales, controlaremos aquello que nos aterra. Lo paradójico es que los causantes de nuestros terrores nocturnos no son los especuladores de Wall Street, ni a los fabricantes de armas e ideólogos de guerras. Resulta que quienes nos aterran son los menores que cometen delitos, los pobres, los inmigrantes. De pronto nuestro prójimo se convierte en “el otro”, y sin darnos cuenta pasa a ser “el enemigo”. Nuestro mundo pasa a ser de buenos y malos, de blanco y negro, víctimas y victimarios. Y por supuesto que lo interpretamos creyendo que siempre estaremos del lado de los buenos, que nunca cometeremos un delito (“eso es de delincuentes, no de gente como uno”), que ni siquiera tendremos la mala suerte de ser sospechosos siendo inocentes.
Creemos que estamos “a salvo” de ser los malos y sólo queremos seguridad. Resignamos el pensamiento crítico y sólo queremos que todo siga igual en nuestra burbuja, a salvo de “los malos”. Nos sentimos inseguros y -por ello- nos volvemos totalmente manipulables. Nos volvemos sumisos y obedientes, mientras nos protejan del “viejo de la bolsa” (el “hombre del saco”), nos hacemos previsibles y nos amoldamos perfectamente a las estructuras sociales actuales, por más injustas, depredadoras e insostenibles que sean.
De nada sirve que se presenten estudios, informes, estadísticas que muestran y demuestran que la pena de muerte no disminuye los delitos (al contrario, perdido por perdido, el delincuente ya no tendrá motivo para detener su carrera y entregarse); que imputar a los menores como adultos lo que hace es crear más delincuentes (al privarlos de la posibilidad de reinserción); que la represión policial innecesaria y excesiva es tan ineficaz como la falta de presencia policial.
Cientos, miles, cientos de miles mueren por hambre, guerras, torturas, accidentes laborales. Pero a los medios de comunicación hegemónicos les resulta más fácil estirar hasta el infinito la noticia de un caso policial individual, taladrarnos el cerebro cada día con la misma información vista desde todos los ángulos posibles, para que terminemos con la sensación de que más que un atraco cometido por un menor, la noticia es la de un genocidio cometido por hordas incontrolables de asesinos menores de edad.
Pensar es gratis, dice y redice mi amigo Jaume D’Urgell (algo tan obvio, pero que por eso mismo no tenemos en cuenta). Pensar hace que te preguntes, que cuestiones, que exijas respuestas, que quieras saber. Cuando tienes miedo, en cambio, no piensas, no cuestionas.
Cuando no piensas, te conformas con las migajas de la seguridad -falsa seguridad- que te proporciona un Estado que es cada vez menos Estado de Bienestar y es cada vez más un Estado Policial. Y te dirán que es lo que tú has pedido, lo que la “opinión pública clama”.

martes, 21 de diciembre de 2010

Sobre Angel Cappa, el Menottismo y la moda del Barcelona

Estuve pensando bastante en el tema de la discusión futbolistica entre "menottismo" y "bilardismo". Mas bien yo los llamaría "lirismo" y "resultadismo". Uno de los exponentes del primero es Angel Cappa, flamante DT de Gimnasia y Esgrima de La Plata. Me anime a escribir esta pequeña critica para empezar con el tema. Se centra en cuestionar aquella idea (sostenida por el entrenador) según la cual la meta es jugar como el Barcelona FC de España, para si conseguir resultados similares.

Quisiera comenzar comentando que coincido con Cappa en la muchas de las cosas que dice. Pero en una, que me parece fundamental, no coincido: me parece que  descontextualiza el futbol.
El Barca puede tocar, engañar, dar catedra de futbol porque  es uno de los clubes mas economicamente poderosos del mundo y tiene una fabrica de buenos jugadores en serie.
Obviamente que hay otros poderosos (Chelsea, Madrid, Milan) que buscan otras formas de llegar al mismo resultado (comprando talentos ya hechos). Estas formas son, por ahora, inutiles.
Lo que yo le cuestiono (a su discurso y a su accionar como DT) es que en el futbol argentino es muy poco probable jugar como el Barca. Por ausencia de proyectos duraderos, por carencias economicas y por el bendito sistema de los promedios.
Cappa mismo fue testigo: Huracan jugaba bien (dentro de la mediocridad vernacula) y le desarmaron el equipo. En River no habia Iñiesta, ni Xavi, ni mucho menos Messi, y tuvo serias dificultades para llegar a jugar decentemente. Y ahora en Gimnasia...mamita!
Por eso repito: su discurso es lindo, pero al descontextualizar socio economicamente el futbol, termina chocando contra la pared del resultado.Y este, lamantablemente, manda. Porque el fútbol se valora por juego pero se mide por resultados.

sábado, 11 de diciembre de 2010

Macri Vainilla

Por Luis Bruschtein 
“Macri hará propietarios a los vecinos de las villas”, festejaba el diario Perfil: “Más de mil títulos para julio del 2011” agregaba, iniciando así la campaña electoral del macrismo en la ciudad. Si uno imita a Freddy Mercury se puede tragar el bigote o no. Puede que sí, puede que no. Como se sabe, Macri es de los que se lo tragan. Pero si se abandona el espacio público en las zonas pobres de la ciudad, si no hay un plan permanente de construcción de viviendas populares, y si encima se hacen promesas demagógicas, lo más seguro es que se produzcan desmanes. Macri hizo todo eso que no es aconsejable hacer y provocó una batalla campal con muertos y heridos en el sur de la ciudad de Buenos Aires, una zona que no se encuentra entre las prioridades de su gestión. Entonces, en vez de los de Freddy Mercury se puso los bigotitos de Micky Vainilla, el cantante fascistoide de Capusotto y disparó un discurso fuertemente racista y xenófobo contra bolivianos, paraguayos y pobres en general.
El Parque Indoamericano es un espacio público abandonado por el Gobierno de la Ciudad. Algunos vecinos dicen que no es cierto, que habían instalado mobiliario urbano, pero que se robaron hasta las rejas. Otros vecinos dicen que el Gobierno de la Ciudad fue retirando los puestos de vigilancia que supo haber en la zona, tanto de la Federal, como de la Metropolitana. Y no puede decirse que sea un parque que no se usa porque los fines de semana está tan lleno como Palermo. Por el contrario, los mismos vecinos de la zona usan el parque como lugar de esparcimiento. Lo cierto es que el espacio es muy grande y más o menos la mitad está cuidado, pero en la otra mitad, donde empezaron los asentamientos, ni siquiera se hicieron trabajos para alisar el piso y está lleno de escombros. En verdad, lo que se tomó al principio fue el espacio público que Macri abandonó como terreno baldío.
Una ciudad que tiene villas miserias y no tiene plan de viviendas para urbanizar esas villas está acumulando la presión de un problema. La oposición afirma que el Gobierno de la Ciudad subejecutó el presupuesto para vivienda. Que sólo gastó el 18 por ciento de ese dinero. Desde el Gobierno de la Ciudad afirmaron que gastaron todo lo que les llegó desde el gobierno nacional. Aunque así fuera, los desequilibrios no se produjeron en Barrio Norte. Se trata también de prioridades de la gestión, entre las que no figuran las villas ni la vivienda. Y además, los planes de vivienda no dependen de una partida específica nacional, por lo que ese argumento suena a excusa.
En realidad Macri había descartado la idea de construir viviendas populares para transformar las villas en barrios. La propuesta que estaba diseñando el PRO era entregar los títulos de propiedad de los terrenos sobre los que se habían construido casitas en villas como Piletones, Villa 20, 1-11-14, 3, 6, 17, 19 y 21-14. Los diputados Enzo Pagani y Cristian Ritondo presentaron un proyecto en la Legislatura para reformar el Código de Planeamiento Urbano con el objetivo de que permita concretar esa idea. Algunos de los ministros porteños, sobre todo su jefe de Gabinete y probable candidato a sucederlo en la Jefatura de Gobierno, Horacio Rodríguez Larreta, lo anunciaron con bombos y platillos y lo primero que provocaron fue que una banda atacara el obrador que tienen las Madres de Plaza de Mayo en Los Piletones, con 400 casas casi terminadas, generando una guerra de pobres contra pobres. Ese grupo fue rechazado por los mismos trabajadores del obrador. Pero sobre la base de esas promesas de inicio de campaña electoral, la gente de las villas se lanzó a ocupar el predio del Parque Indoamericano. La idea es que a quien acredite ocupar un terreno para vivienda personal, Macri le otorgará el título de propiedad para que después pueda venderlo.
La primera noche de ocupación hubo dos muertos por tiros. Macri pidió la intervención de la Federal, que desalojó el predio y luego lo entregó a la Policía Metropolitana que, insólitamente, se lo devolvió a los grupos que lo habían ocupado. Esta vez entraron muchos más. Y al segundo día había una guerra entre grupos de vecinos de Soldati y Lugano y grupos de ocupantes, que ya se habían asentado.
Macri se negó a negociar con los ocupantes que él mismo había alentado, se negó a enviar a la Policía Metropolitana por temor al costo político si se producía alguna víctima y se sentó a reclamarle al gobierno nacional para que le saque las papas del fuego.
El objetivo de otorgar los títulos de propiedad es que de esa manera, sin siquiera efectuar los gastos millonarios que implicaría la construcción de nuevas viviendas, el mercado mismo se encargaría de erradicar las villas comprando los terrenos y las casitas baratas para realizar emprendimientos inmobiliarios de más envergadura. La concepción del proyecto, al que el PRO define como “el más progresista que se ha impulsado en la ciudad”, proviene más del sector de empresas inmobiliarias y constructoras que de los habitantes de las villas. Si la idea de los asesores de Macri fue convertir ese problema en un negocio que al mismo tiempo lo resolviera, y usarlo como un fuerte argumento de campaña electoral, lo que logró fue desatar una tempestad en el complejo entramado social de las villas porteñas, sobre todo en Los Piletones y en la Villa 20, que se habían mencionado como las primeras en beneficiarse de esas promesas. En los cálculos del PRO, en julio, cuando estaba previsto que comenzaran las entregas de los títulos, el país estaría sumergido en plena campaña presidencial, con un candidato macrista presuntamente ganador en el distrito porteño. Y allí estaba el candidato Macri, todavía jefe de Gobierno, repartiendo títulos de propiedad en las villas.
Era evidente que los anuncios que hicieron iban a provocar una estampida porque impactaban en dos cuestiones muy sensibles. En primer lugar la necesidad desesperante por una vivienda digna. Y en segundo lugar, los apetitos de los que hacen negocio con la pobreza, que negociaron parcelas y posibles favorecidos, lo cual lleva también a la violencia. Los anuncios a voz en cuello no previeron en ningún momento que se produciría el desastre. No hicieron nada para evitarlo. Lanzaron las promesas de la forma más general posible para pescar la ilusión de los pobres. Era una forma también de mostrar que desconocen esa realidad.
Una vez encendida la chispa, había que apagar el fuego. En vez de eso, Macri le echó nafta con un discurso muy violento contra los ocupas, lo cual lanzó a los otros vecinos de Soldati y Lugano con más fuerza contra los que estaban en el parque. Es posible que en el reclamo se mezclen necesidades legítimas con formas de punterismo e inclusive de corrupción. Los que reclaman pueden tener razón o no. Pero el discurso del jefe de Gobierno de la Ciudad en ningún caso podía ser para provocar más odio y justificar y empujar de alguna manera la reacción airada y violenta de los vecinos contrarios a la ocupación. Denunciar por los medios de comunicación a los ocupantes como invasores extranjeros, o como “el avance de los narcotraficantes y el avance de la delincuencia” fue irresponsable, estaba convocando a una masacre.
En ese clima de violencia donde Macri, en vez de ser el pacificador era el epicentro, enviar a la Policía Federal podría haber empeorado la confrontación. En todo caso, la autoridad política, o sea Macri, tenía que generar las condiciones para que esa intervención no se convirtiera en una masacre. El camino de la negociación, que es el camino de la política, era el único que podía evitar más violencia, pero fue el único que rechazó Macri, cuya opción se redujo a reclamar que el gobierno nacional interviniera para reprimir y hacerse cargo de un problema que él había creado en su distrito.
Macri dice que es la nueva política, pero en este conflicto mostró lo peor de lo viejo, con la demagogia, y lo peor de lo nuevo, por la falta de experiencia, paciencia y capacidad de negociación. En ningún momento aceptó que sus representantes negociaran con los que habían ocupado el parque. El discurso violento de Macri crispó a toda la ciudad, en los taxis y en las colas de los bancos, a varios les creció el enano fascista con un nacionalismo chabacano y ese desprecio patotero por los pobres.

Pagina 12 (11-12-2010)

miércoles, 1 de diciembre de 2010

Todo lo contrario


Colecciono pronósticos
anuncios y matices
y signos
    y sospechas
        y señales

imagino proyectos de promesas
quisiera no perderme
un solo indicio

ayer
sin ir más lejos
ese ayer que empezó siendo aciago
se convirtió en buen día
a las nueve y catorce
cuando vos
inocente
dijiste así al pasar
que no hallabas factible
la pareja
la pareja de amor
naturalmente

no vacilé un segundo
me aferré a ese dictamen

porque vos y yo somos
            la despareja.
                                                                        

                                                                             Mario benedetti