lunes, 21 de julio de 2008

LA VID@... ¿es bella?


volvi por un rato...falta un mes para tener telefono...ah!





A diario, vemos en la tele, leemos en revistas y periódicos o escuchamos en la radio historias maravillosas. Historias de gente que se conoce a través de diferentes medios de contacto por Internet, y termina enamorándose. La magia de Internet, dicen, reside en que no estamos expuestos al prejuicio de la belleza física, por lo cual nos concentramos en la parte “espiritual” de las personas. Y este contacto seria más genuino, al permitir un contacto unico entre dos personalidades que de otro modo hubiese sido imposible que se conocieran tan profundamente.
Sospecho que esta solo es una parte de la verdad. Que detrás de esos encuentros felices hay otros tantos que no llegaron a tan buen puerto. Y que por eso mismo no son noticia, aunque sean tan reales como los otros.
Situación: un pibe y una piba que no se conocen personalmente se contactan a través de un sistema de mensajeria instantánea. Después de los “holas” de rigor, entablan una conversación. Con el correr de los días, se dan cuenta que tienen muchas cosas en común. Se contactan mas a menudo, se pasan fotos. Se dan sus respectivos teléfonos celulares. Se hablan por mensajes de texto, y finalmente el pibe llama a la piba. Detrás de la extraña tonada, descubren una manera de pensar para nada extraña. Se cuentan sus alegrías y tristezas, y cada uno se conmueve por las vivencias del otro.
El pibe promete un viaje a lo de la piba. Ella (parece) se alegra, y promete largas charlas, sobre diversos temas. Pero un par de días antes, surgen inconvenientes que obligan a posponer tal periplo. Se entristecen, se enojan, y después de unos días, vuelve a estar “todo bien”. Meses después, es la piba la que viaja. El pibe se alegra y va a recibirla. Primer “hola” dicho cara a cara. Poca charla, es la primera vez que se ven, y hay nervios en el ambiente. El la acompaña a su lugar de residencia temporaria, ella promete contactarlo para “mañana a la noche”.
Es “mañana” a la tarde, no hay contacto. El la llama, ella le dice que las cosas salen sobre la marcha, que esta ocupadísima, que no tiene crédito en el teléfono. El no se preocupa, también tiene cosas que hacer. Pero, para el próximo contacto, empiezan a cambiar las cosas: ella no demuestra mucho interés en verlo. Le promete llamarlo para hacer algo los días en que el le dijo que estaría libre. Pero esa promesa se parece demasiado a la de los empleados de recursos humanos de cualquier empresa multinacional, aquellos que dicen “nosotros te llamamos”, solo para sacarse de encima a un molesto postulante. Por supuesto, la llamada nunca llega.
La piba vuelve a sus pagos, sin haberse ni siquiera despedido del pibe. El piensa que es una lastima, que parecía una buena persona, que quería conocerla mas a fondo. De “aquellas largas charlas, sobre diversos temas”, ni noticia. Ella piensa que el no es atractivo físicamente, o que es un pelotudo. Para el caso, es igual: vuelven a ser perfectos extraños.
Esta historia no necesariamente es real, pero tengo la sospecha de que esto sucede a diario en nuestras propias narices y no nos damos cuenta. La cara menos amable de la moneda merece ser mostrada, aunque más no sea como una historia graciosa. En todo caso, es útil para demostrar que la realidad de los medios es solo una (deformada) parte de la vida.