"Google es más poderoso que lo que
“Los Beatles son más populares que Jesús”. Lo dijo John
Lennon en 1966 y armó un lío bárbaro. Ayer, Julian Assange, fundador de
WikiLeaks, usó la misma fórmula: "Google es más poderoso que lo que la Iglesia ha sido jamás, y
está más centralizado. Hay un control más directo desde el núcleo a la
periferia, porque es como si sólo existiera el Vaticano y cada usuario
estuviera en un confesionario". Así de tajante fue la afirmación de
Assange, que se define como periodista, editor y hacker, en la videoconferencia
que dio desde su asilo diplomático en la Embajada de Ecuador en Londres.
Assange habló durante casi una hora ante periodistas
españoles y argentinos que, por su pedido, habían tenido que anticipar sus
preguntas. El programador se centró sobre todo en el gigante informático
que nos ha inventado un sinónimo de "buscar" en el siglo XXI, y que
se metió en nuestras computadoras, nuestras tablets, nuestros teléfonos,
nuestras costumbres y nuestras vidas. Es que Assange acaba de publicar en
España -llegará a las librerías argentinas el 13 de diciembre- el libro Cuando
Google encontró a Wikileaks (Capital Intelectual). Es su versión del
encuentro que mantuvo en junio de 2011 con el entonces director ejecutivo del
buscador, Eric Schmidt. Por esos días, Assange cumplía arresto domiciliario en Norfolk,
Inglaterra, y de la reunión también participaron Jared Cohen, consejero de
Hillary Clinton cuando ella fue secretaria de Estado; Scott Malcomson, que
escribía los discursos del Departamento de Estado norteamericano; y Lisa
Shields, que fue vicepresidenta del Consejo de Relaciones Exteriores de Estados
Unidos.
Schmidt y Cohen le anticiparon que publicarían la charla en
el libro La nueva era digital."Me di cuenta de que era muy
posible que Eric Schmidt no fuera únicamente un emisario de Google... La delegación
que me visitó era una cuarta parte de Google y tres cuartas partes
representaban al Departamento de política exterior de Estados Unidos",
escribe Assange en su libro, que decidió publicar para dar una versión
"más precisa" de la reunión -además de subir la grabación a
Wikileaks.org-.
"Google es el número uno a la hora de hacer lobby en
Washington", disparó desde su enclave latinoamericano y a la vez europeo
el ideólogo de la plataforma que difundió informes y documentos filtrados que
incomodaron a gobiernos de todas las latitudes, especialmente al
norteamericano. De hecho, Ecuador dio asilo a Assange para evitar que lo
extraditaran a Suecia y de allí a Estados Unidos, donde podría ser juzgado por
traición y espionaje. "Dudo que la Unión Europea sea
capaz de resistir ese lobby ante el avance de Google como un monopolio",
agregó.
El gran buscador construye su poder no sólo a través de sus
relaciones políticas -destinó en 2013 casi 16 millones de dólares sólo a hacer
lobby en el Capitolio-: también se vale del vínculo íntimo e interactivo que
establece con nosotros, sus usuarios, con el click fácil para aceptar términos
y condiciones. "Google opera como una gran agencia de seguridad: nos atrae
para que usemos sus productos, construye nuestros perfiles, usa esa información
y en algunos casos la filtra al gobierno estadounidense", aseguró Assange.
El fin de semana Assange brindó otra videoconferencia: esta
vez se comunicó con Ecuador y dijo que Latinoamérica debía desarrollar
buscadores y redes sociales propios para evitar el dominio de Google.
Consultado por Clarín sobre cómo llevar a cabo esta medida,
Assange dijo: "Como respuesta a la filtración de datos internacionales de la Agencia de Seguridad
Nacional de Estados Unidos, Brasil decidió conectarse con Europa a través de un
cable submarino que no pasara por ese país. Hay varios países de la región
trabajando en su soberanía informática. Pero es en vano si cada uno le da su
nombre, su teléfono y su ubicación en el mapa a Google, porque es como si cada persona
se anexara a Estados Unidos". Según su visión, estos proyectos podrían
involucrar, por ejemplo, a distintas universidades de Hispanoamérica y deberían
financiarse entre el Estado y el sector privado "para no generar ni
corrupción ni monopolios".
"La vigilancia de las corporaciones funciona como la
religión. Alguien ve y se acuerda de todo lo que hacés. Es lo que llevan
diciendo los curas desde hace años", sentenció Assange (y seguro que
Foucault y Orwell estarían de acuerdo).
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