sábado, 12 de marzo de 2011

EL AMOR, ESE DEMONIO


Se supone que uno estudia para aprender. Para aprender a interpretar lo que esta vida (que no elegimos, dicho sea de paso) nos presenta día a día. Bueno, resulta que hoy me puse a interpretar (en base a lo que he estudiado) cosas que están en boca de todos pero que nadie sabe o puede definir con certeza. Por ejemplo: el “amor”.
Los científicos, especialmente los biólogos, lo definen generalmente como una forma instintiva de conservar la especie buscando la reproducción. Y en los medios masivos de comunicación se nos presenta al amor casi siempre como una serie de actitudes que un individuo tiene hacia otro: apego, extremado deseo de cercanía y exclusividad en el terreno afectivo. O dicho de otra forma, deseo de poseer a otro, haciendo que el otro sea una propiedad exclusiva de mi persona.
Personalmente, no estoy de acuerdo con ninguna de las dos. Debo confesar que elegí estas dos definiciones arbitrariamente, pero tengo una buena razón. Considero que tienen un defecto que tiene la absoluta mayoría de las definiciones de “amor” que circulan: ambas concepciones universalizan aspectos de un fenómeno particular, olvidándose de las relaciones sociales y materiales que condicionan las ideas que tenemos de la vida.
Por ejemplo: sostener que el amor es solo una forma de conservar la especie, desecha todas las relaciones que no implican reproducción, como las relaciones de amistad, el apego entre más de dos individuos o las relaciones homosexuales.
Por otra parte, la idea de propiedad exclusiva de otra persona “te quiero (para mi)” no es otra cosa que la traslación de la lógica mercantil que impera en la sociedad capitalista contemporánea  “quiero ese auto/vestido/DVD (para mi)”  al terreno de los afectos. La propiedad privada de los objetos se traslada al terreno de los sujetos.
Además se trata de una concepción plenamente individualista. Da pena escuchar a gente decir “estoy enamorada/o de fulano/a, aunque no me hace caso y se fue con otro/a”. Es equivalente a decir que el “amor” solo sale de mi mismo y no tiene respuesta del otro lado. Eso parece ser una especie de obsesión o simplemente excitación sexual, pero no amor.
Habiendo criticado estas concepciones, se supone que tendré que exponer la mía. Y efectivamente lo haré. Lo primero que tengo que decir es que el amor es una relación: no puede existir sin (al menos) otro individuo que corresponda al sentimiento. Uno no puede “estar enamorado” si el otro no esta enamorado de uno. Por eso mismo se impone la necesidad de la honestidad como forma de relación social: el otro debe saber lo que sentimos y expresarnos lo que siente. Y, en las relaciones que implican a más de dos, todos deben saber lo que pasa con todos.
Hay una frase famosa de Karl Marx, en la que él dice que es necesaria una sociedad en la que el completo desarrollo de cada uno sea la condición del completo desarrollo de todos. ¿No sería entonces el amor encontrar nuestra plenitud con el otro, en vez de sobre el otro o por debajo del otro? ¿no seria el amor tener al otro como compañero en vez de cómo propiedad o propietario? Eso, para mi, es el amor.

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